Los libros polémicos

En esta página se pondrá material relacionado con los libros de Biologìa de nivel secundaria que han causado polémica recientemente en México y particularmente en Sonora

sábado, agosto 26, 2006

Cuatro artículos de opinión

Los libros de la ira

Carlos Martínez García

La Jornada, Miércoles 16 de agosto de 2006

Mientras sigue la disputa electoral, que ocupa la atención de gran parte de los analistas y medios de comunicación, surgen otros asuntos que debemos aquilatar, no vaya a ser que cuando nos percatemos de ellos suceda que sea tarde para detener las consecuencias negativas que pudieran tener en una sociedad crecientemente plural como la nuestra.
Está por dar inicio el nuevo año escolar para millones de alumnos de educación básica y secundaria. Parte importante de tal momento es la recepción y/o adquisición de libros de texto para los estudiantes de esos ciclos escolares. En el caso de secundaria ya surgió una reacción que no ha recibido la atención que merece por parte de la opinión pública. Se trata de la descalificación que ha hecho el Episcopado Mexicano de los libros de texto que contienen información sobre la sexualidad. Como siempre, los jerarcas se autodesignan guardianes de la conciencia de los mexicanos y pretenden decidir sobre los contenidos de los materiales educativos, los cuales -se les olvida a los clérigos- deben ser por definición laicos.
Según el obispo a cargo de la Comisión Episcopal de la Pastoral Familia, Rodrigo Aguilar Martínez, los textos contienen información que fomentan "parafilias como el vouyerismo, el fetichismo y el exhibicionismo" que estimularían el autoerotismo, la masturbación y la pornografía. A juzgar por estos dichos, los libros en cuestión son materiales propios de una Exposexo y objetos codiciables para paidófilos. El jerarca también consideró que los tratados están orientados a la "búsqueda del placer" y carecen de contenidos éticos.
Aguilar Martínez opinó que los textos tienen un sentido reduccionista de la reproducción humana, ya que no enfatizan suficientemente que el ámbito apropiado de la misma es el matrimonio, donde debe darse la procreación de los hijos.
La reacción episcopal pretende levantar apoyos entre padres de familia, la mayoría de ellos católicos y, según los cálculos de la alta burocracia clerical, dispuestos a defender los puntos de vista sostenidos por la Iglesia católica. Una vez más tales aspiraciones se van a topar con la realidad.
En México ser católico, o decirse, para nada implica dependencia valorativa de las enseñanzas oficiales de la Iglesia católica. Encuesta tras encuesta sobre las creencias y actitudes de la población mexicana hacia temas sensibles para la jerarquía católica así lo demuestran. Por lo tanto, es una franca distorsión sostener, como hace el obispo Rodrigo Aguilar Martínez, que los libros que exacerbaron su crítica y enojo están lejos de los deseos de los progenitores de los estudiantes que van a consultarlos. Pero como no se trata de ser respetuosos con los deseos de aquéllos a quienes se dice defender, sino de presionar a las autoridades educativas para que retiren de los programas escolares los textos aludidos, entonces los del Episcopado Mexicano dicen tener tras de sí la legitimidad otorgada por millones de católicos. Tal legitimidad es inexistente y ya es hora de que las dirigencias clericales dejen de enarbolar banderas en nombre de otros.
Una de las caras de la democracia tiene que ver con tener acceso a información clara, concisa y suficiente para tomar decisiones. En muchas ocasiones la decisión apropiada depende de poseer elementos informativos que iluminen mejor las opciones sobre las que debemos elegir. En pocas palabras: la información concisa facilita las decisiones con sesos. Por otra parte, hacer una decisión, el derecho a optar, tiene repercusiones éticas. Pero es por lo menos contradictorio enfatizar la dimensión ética sin al mismo tiempo reforzar el cúmulo informativo sobre el que descansa el decidir llevar al cabo, o no, determinada acción.
Acostumbrados a los estereotipos, imágenes simplificadoras y reduccionistas, algunos se sorprenden de que surjan ciertas reivindicaciones donde pensaban habría predominantemente otro tipo de preocupaciones. Hace pocos años, en Chiapas, en el marco de una reunión de indígenas evangélicos con el ombusdman José Luis Soberanes, hubo varias denuncias sobre violaciones a los derechos humanos en el tema de la libertad de cultos. En cierto momento tomó la palabra un pastor itinerante tzotzil, quien tenía a su cargo visitar varias decenas de congregaciones protestantes en los Altos, y dijo que en las comunidades bajo su responsabilidad era creciente el interés por conocer más sobre métodos de control de la fecundidad. Compartió que él, además de predicador y maestro en asuntos de su fe, era promotor de métodos como la vasectomía. Terminó su participación con la idea de que, para él, los derechos humanos debían incluir el derecho de los pueblos indígenas a tener información precisa sobre cómo funciona la sexualidad humana.
El tema abordado demanda definiciones. Por ejemplo, ¿qué piensa Felipe Calderón y la cúpula del PAN de este asunto? No pueden argüir estar inmersos en el debate poselectoral para eludir el tópico del derecho de los estudiantes a tener información científica sobre el tema de la sexualidad y sus alrededores.

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De educación sexual, represión y censura

Gabriela Rodríguez

La Jornada, Viernes 18 de agosto de 2006

No es ninguna novedad que el fundamentalismo cristiano cautivó a la nueva derecha republicana desde tiempos de Reagan y a su parodia local, el Partido Acción Nacional. La idea mesiánico-religiosa de la nueva derecha estadunidense, con la que pretende justificar la invasión a Medio Oriente, tiene su resonancia, a lo pobre, entre los actores de la derecha mexicana, quienes recurren hoy (humildemente, en comparación con el ejército de USA) al uso ilegítimo de la fuerza pública frente a quienes se expresan pacíficamente en resistencia al agravio del derecho a elegir a sus gobernantes.
La fuerza bruta sobre los cuerpos no es la única forma de agresión de los neoconservadores. Al mismo tiempo que Fox se prepara para estrenar sus flamantes equipos antimotines el día de su último informe presidencial, los gobernadores que invirtieron su presupuesto y pagaron los votos para Calderón (Sonora, Guanajuato, Yucatán, Querétaro, Puebla) ya están cobrándole la factura antes de imponerlo como presidente. ¿Cómo?: empujando su agenda cultural: decomisan y prohíben la distribución de los nuevos libros de texto de Ciencias de primer grado de secundaria.
Instigados por la ya conocida Unión Nacional de Padres de Familia -que representa a una minoría de escuelas católicas privadas del país y que se fundó en 1917 en contra del artículo 3º constitucional (que regula la educación laica y gratuita), unidos con Provida, Red Familia, Ancifem, entre otras organizaciones de ultraderecha financiadas por las administraciones panistas-, han logrado colocar sus argumentaciones en la boca de los gobernadores, quienes consideran que los libros "promueven la experiencia y actividad sexual a una edad más temprana, exhortando al autoerotismo... (...) y la legitimación de anomalías sociales". Les preocupa que se hable directa y científicamente del erotismo y del placer, del autoerotismo y la masturbación, así como de la diversidad de las orientaciones sexuales. También se escandalizan de que se afirme que "los condones se venden en cualquier farmacia o supermercado e incluso en muchas misceláneas".
Las impugnaciones a los libros son tan anticuadas y ridículas que rayan en la comicidad; sin embargo, habría que aguantarse las ganas de reír porque la censura y la promoción de la ignorancia en esas entidades va en serio. Se trata de violentar el derecho a la información y a la no discriminación hacia los menores de edad, de que las niñas y adolescentes de esas comunidades no conozcan su cuerpo ni cómo pueden expresar su sexualidad, que desconozcan cómo hacer respetar el propio cuerpo y la orientación sexual de los otros; no quieren enterarles de las formas en que pueden ser abusadas o violadas, ni que sepan los avances científicos que les pueden permitir evitar un embarazo no deseado o contagiarse del VIH/sida.
Como artífices de la censura, los gobernadores revelan gran desconocimiento de los éxitos de la Política de Población de México y los beneficios redituados del programa de educación sexual en las familias mexicanas. En 30 años de educación sexual se ha favorecido la conversación en casa y se ha mejorado la comunicación familiar, sobre todo entre hermanos y madres de familia; el número de hijos por mujer ha bajado de 6 a 2.1; la mortalidad materna, así como la tasa de embarazos adolescente y de aborto se han reducido a la mitad entre las mujeres mexicanas. En la ultima década cerca de 80 por ciento de los jóvenes han utilizado el condón alguna vez y la curva de la epidemia del VIH/sida ha pasado de acelerada a amortiguada, al menos en las principales ciudades del país.
La actual reforma educativa retoma los cambios curriculares de 1998, anteriores a la actual administración panista, que ha intentado echar atrás durante todo el sexenio. Se trata de un programa que supera la visión bioligicista y demografista de los anteriores planes, incorporando la perspectiva de género y la sexualidad como parte de la formación ciudadana en la asignatura de formación cívica y ética. Se basa, asimismo, en una visión integral que busca profundizar la afectividad en las relaciones personales y promover los valores constitucionales tales como el respeto, la responsabilidad, la diversidad, la solidaridad, la igualdad, la justicia, la equidad y la libertad. Promueve, asimismo, el pensamiento crítico y autónomo, y el conocimiento de los derechos humanos y de los tratados internacionales que protegen los derechos de la niñez, de las mujeres, de adolescentes y de las minorías sexuales. Después de los escándalos de pederastia que aún traen en jaque a la periodista Lydia Cacho, después de que el Vaticano tuvo que reconocer las múltiples violaciones del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, en cuyas instituciones se formó la actual familia de Fox y de los yunqueros de su partido, no podemos permitir que las niñas y niños de México sean sometidos a la censura y a la ignorancia.
Tal como explica el politólogo Pierre Manent "los ciudadanos de una democracia en la apertura del nuevo milenio reconocemos la autoridad de la ciencia en el campo de lo teórico, y la de la libertad en el campo de la practica (...) Y aunque algunos reconocen también la autoridad de la ley religiosa, y esto acarrea conflictos de autoridad, la que inspira las leyes y que, más allá de las leyes, le da un tono a nuestra sociedad es sin duda la doble autoridad de la ciencia y de la libertad".
gabriela_afluentes@prodigy.net.mx

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FUERA DE RUTA
Educación sexual y salud

Patricia Aranda G.

Expreso, 19 de agosto de 2006

Las declaraciones en Sonora sobre los contenidos de los libros de texto referentes a la educación sexual, que surgieron a escasos días del inicio de clases y, paradójicamente, casi al mismo tiempo en que se realizaba en Canadá la reunión convocada por la Organización Mundial de la Salud, con el nombre “Jóvenes y VIH”: la evidencia es clara, ¡actuemos ya mismo! En esta conferencia se difundió que, a nivel mundial, son los jóvenes entre 15 y 24 años quienes tienen gran riesgo de contagio de este virus por medio del contacto sexual.

Partiendo de esta problemática, se invitó a actuar considerando intervenciones eficaces probadas en distintos lugares del mundo.

Muchas de estas intervenciones toman como base la información clara y oportuna sobre sexualidad.

En Sonora, de acuerdo a datos de mortalidad general de los jóvenes de ese rango de edad, el INEGI y la Secretaría de Salud reportan que en 2003 el VIH-SIDA ocupó el lugar número 14 de una lista de las 20 principales causas de muerte.

Si consideramos sólo a los hombres, encontramos que el VIH-SIDA sube al octavo lugar en el listado y entre estos el grupo de 25 a 34 llega al cuarto.

La información de los organismos internacionales y la que difunde el evento nos señalan que el VIH-SIDA es un riesgo para la salud de los jóvenes y que la falta de información clara y oportuna se relaciona con prácticas de mayor riesgo.

Como investigadora de los aspectos sociales de la salud me interesa la información que generan los debates públicos e informados en diferentes ámbitos.

Actualmente los padres nos preguntamos qué dicen estos textos que han generado tanta polémica.

Como muestra hemos visto frases fuera de contexto y escuchamos comentarios en televisión.

Esa es toda la información con la que contamos.

Las decisiones que en los próximos días tomen un grupo de expertos -desconocidos por la sociedad- serán publicadas.

Según entiendo, los contenidos que se aprobaron para 2006 por la Dirección General de Desarrollo Curricular de la Secretaría de Educación Pública, el cual conocemos ahora como el bloque 4 del libro de Ciencias I, fueron piloteados previamente en el país en un proceso del que han salido descripciones en los diarios nacionales y que relatan consultas previas con los diversos actores.

Ese proceso, del que me gustaría conocer más, incluye actores del mercado editorial privado porque fueron distintas y variadas las empresas que editaron los contenidos acordados, respetándolos pero con cierta flexibilidad en el formato y la redacción. En dos libros que tengo a la mano veo que cada editor escogió material visual distinto.

Como muchas madres, comparto la preocupación sobre el qué, cómo y cuándo hablarles a mis hijos de sexualidad.

Fui educada en una cultura que el silencio sobre estos temas era mejor. Silencio que tiene sus repercusiones importantes en la salud.

Como investigadora de temas relacionados con salud reproductiva, he visto que las mujeres de mi generación conocemos de manera muy limitada nuestro cuerpo, lo cual tiene repercusiones en enfermedades tales como el cáncer cervicouterino u otras enfermedades relacionadas con las infecciones de transmisión sexual, tal y como advierten en la reunión los organismos internacionales.

El silencio incita también a prácticas de riesgo, por lo tanto es necesario que los jóvenes tengan acceso a la charla y reflexión.

Sobre estos temas, estudios científicos señalan que estos ejercicios en conjunto con la enseñanza de la noción del derecho, acompañada de información sobre la responsabilidad de riesgos de salud y acceso a medidas de cuidado, los jóvenes tienden a iniciar su vida sexual más tarde y con mayor protección.

Espero que hablar de la sexualidad no sea solamente tema de televisoras y revistas que lucran bien y poco ayudan a prevenir y formar criterios de los jóvenes.

Me parece más importante conocer el tema desde la óptica de los Derechos Humanos, los cuales reconocen como tal el ejercicio responsable, informado y placentero de la sexualidad.

Como madre de familia, veo que se ha depositado en ellos una gran responsabilidad en la revisión que se hará en estos días de los libros de texto y como profesionista esperaría que en el debate se consideren los estudios y resultados sobre el tema.

* Profesora investigadora del Programa Salud y Sociedad de El Colegio de Sonora.

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Interés Público
La Iglesia y el Placer Sexual

Miguel Ángel Granados Chapa

Proceso No. 1555, 20 de agosto de 2006

En pocos terrenos contrasta a tal extremo la suficiencia con que la Iglesia católica preconiza conductas humanas, con la fragilidad de los propios comportamientos, como en el campo de la sexualidad y la reproducción. El clero desconoce vivencialmente esos fenómenos humanos, porque el celibato sacerdotal pone a sus miembros al margen de esa porción sustantiva de la vida. Y porque con excesiva frecuencia se conocen transgresiones clericales a esa norma, practicadas de manera irrespetuosa y agresiva sobre personas dependientes emocionalmente de los sacerdotes infractores.

Mañana lunes, cuando comienza el ciclo escolar 2006-2007, debe entrar en vigor la reforma de la secundaria que generó polémicas de diversos orígenes. Una de ellas es la que se refiere a ciertos contenidos de los libros sobre ciencias correspondientes al primer año de secundaria, objetados por el Episcopado mexicano y agrupaciones eminentemente del conservadurismo católico. A diferencia de lo que ocurre con los libros para la primaria, cuyos contenidos y continentes son realizados directamente por la Secretaría de Educación Pública, en este caso fueron convocados editoriales particulares a preparar los textos conforme al plan de estudios elaborado por la secretaría. Los libros aprobados fueron adquiridos por el gobierno y están siendo entregados gratuitamente a los escolares.

No en todos los estados ocurrirá así. Los obispos han sido escuchados en sus reclamos por gobiernos locales o por la propia SEP. De ese modo, o las autoridades locales se sustraerán al pacto federal en materia educativa dejando de aplicar unilateralmente normas de alcance nacional, y sobre todo privando a los educandos de un auxiliar fundamental en la enseñanza de las ciencias en general y de la biología en particular. O, en el mejor de los casos, los libros llegarán a sus destinatarios pero se practicará una vez más la simulación en que se volvió experta la SEP, aplazando el uso de los pasajes objetados y facilitando con ello su abandono cuando sea menos perceptible por la opinión pública.

La Conferencia del Episcopado Mexicano expresó su posición a través de una declaración del presidente de la Comisión de Pastoral Familiar, el obispo de Tehuacan Rodrigo Aguilar Martínez el 10 de agosto, con adiciones y crítica específica en otra declaración (presentada como entrevista) cuatro días más tarde. Los obispos rechazaron el “enfoque antropológico en que el ejercicio de la sexualidad se desvincula del recto orden de la naturaleza, del amor responsable, de la transmisión de la vida y del matrimonio”.

En la presunta entrevista, el obispo de Tehuacan señala en particular pasajes de tres de los 19 libros de texto comprados por la SEP. Quizá los restantes pasaron el irregular, ilegal y extraño examen convenido por el secretario Reyes Tamez García y la Coalición Red Familia, reunidos el 8 de agosto para pactar un mecanismo que, por encima de los establecidos por las normas, permita practicar la censura. La señora Paz Fernández Cueto (mi respetable compañera en las páginas editoriales de Reforma) informó en aquella fecha, como presidenta de la organización Enlace, AC, que forma parte de la coalición, que el “secretario nos pidió que lo ayudáramos a revisar las distintas versiones del libro… se va a tratar de ver cuáles son los que no tienen información errónea y no deforman la conducta de los niños”.

Fue explícita al concluir que “hay libros que no se van a distribuir”, podemos entender que los que no pasaron la revisión, que estaría “a cargo tanto de la Subsecretaría de Educación Básica como de los integrantes de la coalición. Confío en que después de la revisión pueda haber al menos un libro que no malinforme a los adolescentes” (Reforma, 9 de agosto).

Probablemente con base en esa información el obispo Aguilar Martínez señaló inconvenientes en los libros Ciencias 1, de Pedro García y Eduardo Cota, de editorial Trillas; Competencias Científicas, de Mónica Lozano, Luz Lazos Ramírez y Armando del Valle González, de Grupo Editorial Norma; y Biología. Ciencias de Ana Barahona, de la benemérita editorial regiomontana Castillo, adquirida recientemente por McGraw Hill.

Las objeciones son las siguientes: 1) “no se puede decir que toda conducta sexual es sana”, en respuesta a afirmaciones de García y Cota de que lo es “cualquier práctica sexual que se realice con total consentimiento, no produzca daño y resulte agradable y placentera”; 2) el obispo no admite que se diga (Lozano y otros) que “el placer erótico también se puede experimentar a través de imágenes, textos, sonidos, olores, texturas y sabores”, pues “dicha postura implica exponer a los chicos a parafilias como el voyerismo, el fetichismo y el exhibicionismo, entre otros” y 3) “Se promueven las relaciones precoces sin reflexionar suficientemente sobre la madurez y el compromiso que implican”. Y el prelado cita, fuera de contexto, a Ana Barahona: “no existe una edad para tener una relación sexual”, afirmación que adquiere mayor significado cuando a continuación se lee: “Ese momento depende de las decisiones y circunstancias de cada persona, pero siempre será importante considerar hacerlo con responsabilidad” (con negritas en el libro).

En realidad lo que contraria a los obispos y al conservadurismo católico es el que se hable a los educandos del placer sexual y aun más, del “derecho al placer sexual”, pues en la visión oficial de la Iglesia el ayuntamiento carnal sólo es lícito en el matrimonio, con fines de procreación: “Si se busca el placer principal o exclusivamente, el acto pierde su sentido de comunión de dar y recibir, en mutuo enriquecimiento humano, en donación esponsal”.

Según el presidente de la Comisión de Pastoral Familiar, el modo en que en los libros criticados se ofrece la información respectiva es “una manera indirecta de inducir relaciones sexuales precoces con todos los riesgos que ello implica”. Justamente ocurriría lo contrario y se contribuiría de ese modo a evitar la maternidad adolescente y la difusión de enfermedades venéreas, fenómenos surgidos de la desinformación.

De otro libro sobre sexualidad deberíamos hablar aquí, no con el ánimo censor con que los de texto son tratados sino al contrario, para difundir su lectura. Por su importancia abordaremos in extenso su contenido en otra oportunidad. Anticipamos por ahora un subrayado sobre su importancia. Se trata de la biografía de Marcial Maciel, de Fernando M. González, cuyo subtítulo es “Los legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos”.

En esas características radica la relevancia de esta obra. Además de los testimonios de algunas víctimas del padre fundador de la Legión, que se han difundido desde 1997, la obra de González –escrita con profundidad histórica, sociológica, y con penetración espiritual- incluye tres archivos hasta ahora desconocidos. Uno que se llama Lumen/Código Maciel, un nutrido acervo general; el segundo es el del padre Luis Ferreira Corona, quien en la primera crisis de denuncias a Maciel fue vicario general de los legionarios (tocado él mismo por la deformación que llevó al fundador a su estado actual de marginación complicitaria); y el tercero es el de la señora Flora Barragán de Garza, munificente patrocinadora del Instituto Cumbres, manipulada por Maciel en uno de los rasgos de su personalidad –apenas menos relevante que su morfinomanía y su pederastia-, que fue cautivar y “cultivar”, en el sentido yucateco, a los poderosos.